martes, 31 de mayo de 2016

MUTACIONES


Mi corazón diseminado en todos los puertos, con la
palabra abierta en el oleaje. Me levanto y escucho
voces extrañas. Tomo por confidentes a las olas, digo
flores como dinamita sin contaminaciones peligrosas.
Sin embargo, algo ocurre ahora y siempre.

Atento a los movimientos del sol, nunca oí los pájaros.
Súbitamente, desperté frente a mí. Allí se prolongaban
tejidos secretos, sueños de una vida anterior. Cierta
madrugada que no termina nunca y un mismo grito de la
sangre.

Estoy separado de mí mismo. Señor de los árboles,
el viento se inclina entre las hierbas. Soy de los
últimos guerreros. Armado hasta la muerte. Vigilando
un horizonte que no es más que la memoria.

- César David Rincón -

Del poemario "Azar inconstante" (1988)

Dibujo: Alonso Zurita (Tinta sobre papel)




viernes, 27 de mayo de 2016

GRUPO APOCALIPSIS DE MARACAIBO

Grupo literario creado en 1955, significó la irrupción de la vanguardia en la literatura zuliana del siglo XX, a través del surrealismo. Para ese año se había planteado en el Zulia la discusión acerca de la presunta involución de las letras zulianas, en una extensa campaña del diario Panorama. Se planteaba la crisis literaria del Zulia, ya que desde la muerte de Udón Pérez, Elías Sánchez Rubio e Ismael Urdaneta, a finales de la década del veinte, sólo cinco o seis nombres mantenían la tradición y abundaban los “consagrados», que llenaban estantes, con muchos libros publicados, pero de muy escasa calidad. 

En el Liceo Baralt, el profesor Pedro José López fundó el Centro de Apreciación Musical, que fue presidido, sucesivamente por Salvador Conde y Atilio Storey Richardson, con jóvenes como Lilia Linares, Ricardo Hernández Ibarra, Sara Cecilia Araujo, Miyó Vestrini, Néstor Leal y César David Rincón. Ellos se relacionaron con Ignacio de La Cruz, periodista de Diario de Occidente y Hesnor Rivera, poeta zuliano que había llegado del Sur del continente. Sólo la librería Orbe, de Felipe Hernández, tenía obras de Neruda, Pastori, Gerbasi y otros, que pudieran interesar a esa nueva juventud. 

En septiembre de 1955 esos jóvenes, después de un recital de Hesnor Rivera, cuya poesía no era entendida por los sectores tradicionales de la región, decidieron fundar en el Piel Roja, el grupo Apocalipsis. Allí estaban: Hesnor Rivera, César David Rincón, Ignacio de La Cruz, Néstor Leal, Miyó Vestrini, Atilio Storey Richardson, Laurencio Sánchez Palomares y Régulo Villegas, entre los que escribían poesía y los jóvenes artistas plásticos Francisco Hung, Homero Montes y Rafael Ulacio Sandoval, además de otros jóvenes aficionados a las letras y al arte en general. Intentaron desenvolverse con un sentido mágico de la realidad, que les permitiese traspasar todos los límites, trastocar todos los términos, brindar un universo nuevo desconocido y maravilloso. Fueron apoyados desde Caracas por Ramón Palomares, Adriano González León, Félix Guzmán, Mariano Picón Salas y otros escritores venezolanos que deseaban acabar con la excesiva retórica. Publicaron en Panorama y se entroncaron a la corriente surrealista, reivindicaron la obra literaria de Ismael Urdaneta, Elías Sánchez Rubio, Eduardo Matthyas Lossada, Humberto Cuenca y fueron influidos por Rimbaud, Lautremont, Apollinaire, Cesaire, Rilke, Cernuda, Lorca, Vallejo, Gerbasi, Eliot, Pound, Saint-John Perse, Novalis, Ramos Sucre y Juan Sánchez Peláez, entre otros. El grupo estuvo activo desde 1955 hasta 1958, fecha en que se dispersaron hacia Europa. Publicaron Paraíso de los condenados de Régulo Villegas y Los poetas del grupo apocalipsis, una antología realizada por Félix Guzmán y editada por la Universidad Central de Venezuela. Más tardíamente, se publicaron Para una fábula de Laurencio Sánchez Palomares y en la red de los éxodos de Hesnor Rivera; mientras que Néstor Leal, Laurencio Sánchez Palomares y César David Rincón, obtuvieron importantes premios de poesía. Practicaron una escritura automática en los sitios más insólitos de la ciudad. Mariano Picón Salas catalogó a Apocalipsis como uno de los «más sorprendentes hallazgos de la poesía venezolana en lo que va de siglo». 

Su ejemplo de agruparse fue seguido en Caracas y así apareció Sardio. Apocalipsis fue, según César David Rincón, «una especie de vuelta hacia los grandes mitos, hacia una cósmica y alucinante leyenda del hombre, lleno de la savia salvaje de la poesía». Jorge Luis Mena afirma que «el verdadero aporte, el verdadero legado del grupo y es lo que justamente lo avala ante la historia, está en haber propuesto unas nuevas coordenadas poéticas en el desolado horizonte de la poesía que para el momento se hacía en el Zulia (...) ocupan, con toda dignidad y justicia, un lugar destacadísimo dentro de la vanguardia poética y literaria del Zulia. Es preciso recordar, por otra parte, que Apocalipsis se adelanta algunos años a lo que iba ser la gran eclosión de los sesenta y sus vanguardias, que oficiaban y despachaban desde Caracas su furiosa iconoclastia para todo el país (...) eso es, eso fue Apocalipsis, la exaltación de una poesía creadora, de una pasión por el sueño y la evocación. Eso. Ni más ni menos». Iliana Morales Gollarza reconoce que la desnacionalización de Apocalipsis era aparente y que abiertamente navegaron desde el surrealismo hasta el Lago de Maracaibo, porque como dice Hesnor Rivera «en todas partes los movimientos siempre han partido de lo particular, que sería en este caso lo propio, lo que nos rodea, con la intención de vincular esa particularidad a un mundo universal. Ese ha sido siempre el principio de los grandes poetas románticos, y los nativismos bien orientados tuvieron como finalidad eso, solamente que la mayor parte de los nativismos estuvieron mal orientados y se quedaron simplemente en el detalle, sin trascendencia, en lo anecdótico, en lo inmanente, que jamás iba a poder ser llevado al plano de la trascendencia necesario.»

Fuente: Jesús Ángel Parra
imágenes de archivo